martes, 8 de octubre de 2013

Búscame tú, que yo vendré cansada.

Me encontrarás en un semáforo en rojo, en un callejón, tal vez en una librería, en un concierto.
No querrás saber nada de peines, de pasados ni eternidades.
Tendrás las estanterías llenas, el corazón roto, los ojos tristes aunque sabrás sonreír con ellos.
Beberás café solo, quizá whisky.
Escribirás.
Gastarás más dinero en libros que en comida.
Tendrás hoyuelos, al menos uno.
Traerás la intensidad de vuelta después de este frío.
Vendrás, quizá con la primavera, para no irte.
Vestirás de actor francés.
Llevarás sombrero, puede que barba, tendrás los labios secos.
Odiarás el flash. Me enseñarás a amar la lluvia.
Olerás a novela antigua, a papel de regalo, a mar.
Cargarás con historias a la espalda, hablarás de sentimientos siempre.
Encerrarás la vida en una jaula de puertas abiertas.
Serás palabra, abrazo, carcajada.







Bésame. Píntame de garabatos. Enrédate. Y no dejes de sonreír(te). Me voy a dormir. Apretando el labio. Dando vueltas. Y no, no escapes muy lejos. Que le jodan al vértigo. Yo sólo pienso en rodar por el campo. Y en llenarte de garabatos. Me da igual lo demás. De veras. Estoy cansado de vértigos propios.
Un día te daré besos y ya no habrá miedo. No corras, por favor.

Porque.
Estos latidos.
Son tan
patadas y
tan caricias a la vez,
a mí me gustan mas las caricias.
Miedo-miedo-miedo y
a veces puede
ser miedo.

Todos tenemos patadas. Pero lo bueno es que conmigo ya no hay lucha.
Dame un poco de tu miedo, yo te lo transformo.
Amor.

Me haces cosquillas por dentro. Y yo ya he estado aquí y sé cómo sigue esto.


Que se siente. Que me cuente cosas. Cómo le temblaron las piernas con el último beso, cómo vibró su imaginación al chocarse con un igual. Cómo se empapó de palabras hasta querer arder, cómo esperó que llegase el momento sintiendo que el tiempo se le arrastraba entre las costillas.

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