Encontrar pareja no es nada fácil; y es que a veces las personas somos TAN complicadas, o mejor dicho, nos complicamos la vida.
Siempre me ha costado trabajo entender cómo es que si tú le gustas a alguien y ese alguien te gusta… ¿por qué se vuelve tan difícil comenzar una relación? A veces creo que es por el mismo miedo –de ambas partes- de volverse vulnerable. Nadie ha dicho que abrir el corazón sea cosa fácil y menos si ya te lo han roto alguna vez, pero tampoco es bueno ir con un caparazón que no deje entrar a nadie, ¿no creen?
Cuando conoces a alguien y empiezan a salir, típico que aunque te mueres de ganas de hablarle, te las aguantas para que no piense que ya te tiene segura, o cuando estás con él y quieres decirle cuánto lo quieres, no lo haces hasta que él sea el primero en decirlo, por miedo a que no sienta lo mismo… Por poner algunos ejemplos.
Entonces caen en un “jueguito” que al final termina confundiendo a los dos y ninguno sabe si arriesgarse con el otro porque siente que la otra persona no está tan interesada… Y esto se convierte en un círculo vicioso que es difícil terminar a menos de que uno se arme de valor y decida hablar con claridad… Algo que no siempre pasa.
A mí me pasó con el que era el “hombre de mis sueños”, por intentar hacerme la difícil, lo único que logré fue alejarlo y luego me enteré que él sí quería bien conmigo pero dejó de buscarme porque no le gustó que me hiciera tanto del rogar…
No estoy diciendo que en la primera cita debemos declarar nuestro amor, lo único es ser sinceros y al final si la otra persona no siente lo mismo, nos habremos ahorrado tiempo y tal vez unas cuantos dolores de cabeza por intentar descifrar las “señales”.
Dejémonos de juegos y hagámosle caso al corazón.
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