martes, 8 de octubre de 2013

Todo es la misma cosa

Los días y las noches pasan como si fueran un solo estado, fuera de todo tiempo y espacio, mueren en la eternidad del silencio y la oscuridad.
El alma en ese estado tiende a marchitarse, a morir, no encuentra esperanza ni ansias de vivir, se pierde en la atmósfera de las interrogantes donde no hay nada más que dolor y agonía. El rojo oscuro y penetrante de la sangre entra solo para envenenar un poco más los sueños que poco a poco van desistiendo en su lucha por sobrevivir.
Los tormentos del pasado inundan de recuerdos dolorosos y la salida de ese abismo no se encuentra. El príncipe de la muerte entra de vez en vez a buscar nuevas almas que en su mundo de oscuridad se hayan refugiado buscando un poco de paz. La rapidez con la que las envenena de desesperanza es tal que ni un as de luz podría salvarlas.
Cuando este estado se apodera del corazón humano no hay mucho por hacer solo esperar placida y tranquilamente la muerte en un mar de agonía constante.

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