Si
hubiera tenido un poco más de valor, se lo habría dicho todo. Le
habría dicho que le necesitaba, que después de vivir en la nada, él
comenzaba a ser mi todo. Sólo era cuestión de
pronunciar un par de palabras, tal vez algunas más... “te AMO” o “te necesito”,
o también “quédate a mi lado”,
serían ejemplos claros de lo que podía haber dicho en aquel
momento. O tal vez ninguna palabra, simplemente un beso. Pero no, no
dije nada. Le despedí con un “hasta pronto”, pero que realmente
era un “hasta no sé cuando”. Ni siquiera sabía si le volvería
a ver. Había aparecido en mi vida de repente, y de repente se había
ido. ESTÚPIDA,
ESTÚPIDA
Y ESTÚPIDA,
son las palabras que, desde aquel día y hasta hoy, sigo repitiéndome
constantemente, por no haber ni siquiera intentado retenerlo aquí...
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