miércoles, 9 de octubre de 2013

… Y QUE ME LIBRE EL CIELO DE ODIAR A MIS ENEMIGOS.

¿Cuándo llegó el día? No lo sé, estaba muy ocupada viviendo, riendo, recuperando, corriendo, saltando, caminando, pedaleando, respirando, gritando, bailando, amando. Ese día, ese hermoso día en que la vida volvió a ser vida, que el sol no se iba aunque estuviera nublado, que la lluvia me mojaba y no me importaba y dejaba que la nieve cayera y limpiara y purificara y se llevara mi pena y mi dolor. Ese día pudo ser cualquiera, y pudo ser muchos, y fue sin duda el más hermoso que sueño alguno pueda siquiera imaginar.
Y ese día renací como fénix salvaje, el que ahora y para siempre adorna mi espalda recordándome que viva libre, y que nunca más lo vuelva a olvidar. Y resurgí de las cenizas de dolor en que me encontraba, de la muerte en vida en que estuve durante demasiado tiempo sumida, de las lágrimas en que durante tanto tiempo me ahogué y consumieron quien yo fui y quien yo soy, que aplacaron mi alma por naturaleza salvaje e indomable, el fuego que tanto tiempo traté de ocultar y matar, del que tanto me avergoncé y traté de olvidar y aplacar. Resurgí a una velocidad extraordinariamente rápida, ávida de vida y de mí misma, de esas cenizas en que me convertí y en las cuales mi incansable alma, en su inenarrable fortaleza y sed de libertad y AIRE no quiso quedarse más de lo imprescindible. Y no he necesitado más ayuda que la de mis hermanas de corazón y alma, que no me han dejado caer jamás, y tiraron de mis pobres restos, haciendo una impagable labor de infinito amor, para recordarme quien yo soy y no dejarme flaquear en ningún momento, asumiendo la desagradable y difícil tarea de no dejarme olvidar u obviar el dolor tanto tiempo soportado y ya para mí tan conocido y asumido que ni tal lo consideraba, para no dejarme sucumbir en los impulsos de la costumbre y la dependencia, bajando al mismísimo infierno en que me encontraba y quedándose ahí conmigo mientras cogía fuerzas y poco a poco, observando atentas y orgullosas el progreso del doloroso trabajo de mi mente en su lucha contra sí misma, acompañándome felices en mi redescubrimiento de la hermosa vida, de la para mí extraña libertad, LA LIBERTAD, nunca se es del todo consciente del significado de esa palabra, pero jamás tendrá ser alguno don tan preciado como ella. La libertad. La libertad robada, la libertad perdida, la libertad ansiada, la libertad luchada, la libertad llorada, la libertad recobrada, la inestimable y preciosa libertad, ya para siempre ganada.
No he querido psicólogo. No he querido pastillas. No he querido abrazos. Me he negado y me niego a ser víctima. Ha sido la libertad la que vino con sus alas a sacarme de la tumba en que nunca llegué a yacer. Nunca pasé más tiempo del necesario en la cama. Nunca me encerré a llorar. Nunca me quedé quieta. Maté la sombra de la depresión en que me decían que podría caer bailando y bailando sin parar, y corriendo hasta perder el aliento, y saboreando cada segundo que pasaba en la calle, perdiéndome sin rendir cuentas de nada a nadie, y siendo feliz con el mundo que de nuevo era mío, y por ende más hermoso y brillante que nunca. Y así a una velocidad de vértigo y sin escándalos he salido de la muerte a la luz más clara del mundo más bello que jamás habría soñado que podría existir, donde nada ni nadie me apagan, ni desean siquiera por asomo hacerlo, todo lo contrario. Y la libertad y la alegría y la felicidad y el amor y el aire y el sol y los olores y mi cabello cobre y el fénix de mi espalda y los viajes con sólo risas y ningún llanto y mis ojos secos, que desde hace ya tanto y hermosísimo tiempo no conocen más lágrimas que las de la alegría, nunca nunca nunca fueron tan claros y tan bellos.
Y el amor, el amor que me encontró sin yo buscarlo, y que llegó como un regalo del cielo, amor de verdad, que por fin es limpio y bueno, y sólo hay risas y no existen peleas, manipulaciones, chantajes, lágrimas, gritos, nervios, malestar, preocupaciones… porque es amor, cuyo significado yo había olvidado, cuyo valor quisieron hacerme creer fuera otra cosa, pero tan fácil de reconocer cuando llega y es puro y pleno…y él, el amor, es así, el que hace que la persona con quien lo compartes sea el ser más brillante y bello que pueda existir en el mundo y que su sola presencia ilumine la habitación. Y quien ama mi alma, mi cuerpo y mi vida, mi pasado, mi presente, lo que yo he sido, lo que yo he hecho, lo que yo he vivido, lo que me ha hecho ser como soy, el ser que ama, y lo que soy y me pertenece, mis amigos, y desea conocerlo todo y a todos y desea ser aceptado por ellos porque ellos son lo que yo soy y son parte de mi vida, y caminamos juntos sin importar a dónde y corremos y nos tumbamos en el río aunque haga frío y se sabe IGUAL a mí y vivimos y si queremos bebemos hasta emborracharnos y comemos y bebemos lo que queramos cuando queramos y toda yo soy perfecta y la única y más bella, y hablamos y reímos y jugamos y hacemos el amor como locos y respeta mi necesaria soledad, y hacemos lo que queremos cuando queremos y la tranquilidad y la alegría son tan inmensas que parecen un sueño, pero que las sé y siento tan reales como el inestimable aire que respiro libre. Y el amor, del que yo pensé tendría miedo y del cual temí huiría o me reprimiría entró sin temor ni impedimento, por saberse al fin grande y bueno, y llegó sin miedos ni juegos terroríficos de chantajes o manipulaciones, y la felicidad es sólo felicidad, esa que se siente y se toca y se tiene, y esta vez con la inexplicable certeza de que no tiene por qué irse, porque es real y pura y bella, y está ahí y punto, y esa felicidad existía en verdad, y ahora la tengo y jamás me cansaré de darle las gracias a la vida por tanta, tanta, tanta alegría y belleza y tantos colores y tanto amor. 
Y a mi ex maltratador  quien me mató y rompió y destrozó sin miramientos ni compasión, ya no me referiré nunca más como tal, Porque fui víctima, pero ahora eso es pasado, hace tiempo me negué a seguir siéndolo. Aquel al que llamaría diablo, pero no lo haré, sé que no le supondría molestia ni insulto. Le diría “hijo de puta”, pero eso ya lo dejo para el día a día. Podría decirle tantas cosas, echarle en cara tantas cosas que durante tiempo me han dolido tanto tanto y me han destrozado y torturado tanto tanto, tanto amor que le di, todo lo que yo soy, todo, todo, se lo regalé como estúpida ciega y tolerante de las mayores aberraciones y humillaciones contra mi cuerpo y mi alma. Pero ya no importa. En verdad ya no importa. Ya no duele por Dios que ni lo más mínimo. Hace tiempo ya que el dolor se esfumó tan sigilosamente como se adhirió en ese negro y triste pasado a mi vida, y todo se volvió de colores y de una belleza clara y cálida.
Y es este el equilibrio, y todo, lo que tengo, lo que llega, y lo que aún queda por luchar y llegará, todo es bello, por puro, y por LIBRE.
Y de ese alma negra y torturada que quiso alimentarse de mis ganas de vida y oscurecerme y matarme ya sólo me compadezco, desde la equilibrada y tranquila neutralidad a la que mi extraordinaria fortaleza de alma y carácter me ha llevado. Siento pena por su triste existencia y su gris vida, pobre niño raro, que se escuda en una infancia difícil y su más preciada compañía es su ordenador y sus tristes juegos. Eres peor que cualquiera de tus predecesores. Lo difícil hubiera sido luchar, y no escudarte en ello para tatar de exculpar tu vileza.
… Y QUE ME LIBRE EL CIELO DE ODIAR A MIS ENEMIGOS.

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